Las experiencias de trauma infantil (abuso y negligencia) son desproporcionadamente más altas en las personas con trastorno por uso de opioides (OUD).

El trauma infantil puede afectar las propiedades de refuerzo y recompensa de los medicamentos opioides y las respuestas al dolor, potencialmente a través de cambios en el desarrollo del sistema opioide endógeno. Esto ha sido respaldado por la investigación preclínica, sin embargo, esto no se ha investigado en humanos no adictos.

Los participantes físicamente sanos con antecedentes de trauma infantil grave o sin antecedentes de trauma infantil asistieron a dos sesiones en las que recibieron una dosis activa intramuscular de morfina (0,15 mg/kg) o un control de dosis muy baja (0,01 mg/kg) en un diseño cruzado aleatorizado y doble ciego. Las sesiones se llevaron a cabo con 1 semana de diferencia. El umbral de dolor físico y la tolerancia de los participantes se midieron antes y después de la administración del fármaco mediante la prueba de presión de agua fría, junto con respuestas subjetivas y conductuales agudas durante 2,5 h.

El grupo de trauma informó que le gustaron los efectos de la morfina, se sintió más eufórico y quiso más de la droga durante la sesión, así como que sintió menos náuseas, mareos y aversión por los efectos de la morfina en comparación con el grupo de comparación sin trauma. La morfina aumentó el umbral de dolor y la tolerancia, sin embargo, esto no difirió entre los grupos. Por lo tanto, el trauma infantil puede sensibilizar a las personas a los efectos placenteros y motivacionales de los opioides y reducir la sensibilidad a los efectos negativos, proporcionando evidencia convincente de las diferencias individuales en la sensibilidad a la recompensa de opioides. Esto puede explicar el vínculo entre el trauma infantil y la vulnerabilidad a OUD, con las consiguientes implicaciones en las intervenciones para OUD, la prescripción de opioides y la reducción de los estigmas que rodean a OUD.